miércoles, 18 de noviembre de 2009

Primera parte - El origen e impacto de hooliganism en Inglaterra.

Ya sean los hooligans ingleses o los ultras en gran parte del territorio europeo, como las barras bravas en Sudamérica, el fenómeno de aquello que aún rodea al ambiente futbolístico sólo puede ser escrito con sangre. Lo que hoy, en Inglaterra y el resto de Europa, es abucheado por los asistentes no fue así unos cuarenta años atrás. Cuenta la historia que las agrupaciones hooligan nacieron al mismo tiempo en que se disputaba la Copa Mundial de Inglaterra en 1966. Producto de la crisis social que vivía por aquella época gran parte de la sociedad inglesa (sobre todo en los grandes centros urbanos), los propios "desocupados y excluídos del sistema" se conformaron en lo que se dió a conocer como "firmas". El principal error de la política de aquellos años fue, inocentemente, no haber identificado claramente los objetivos de tales agrupaciones, y como consecuencia se vivieron momentos de confusión, puesto que "no hubo una clara intención de diferenciar a los grupos violentos de los actos relacionados con el mundo del fútbol.

Con el paso de los años que le siguieron a la Copa Mundial de Inglaterra 1966, las firmas crecieron en poder y en número al punto tal de protagonizar casos emblemáticos para la historia del deporte. Recordemos que acá no estamos hablando de las glorias futbolísticas. Nos adentramos, ahora sí en un mundo que no conocía figuras de la talla de Pelé, Platini o Maradona. Ellos tenían sus propios ídolos a imitar. Modelos violentos de una sociedad convulsionada. Fue tal el impacto de que no tardó mucho en develarse el mundo de la violencia alrededor de un evento deportivo. El cine es un claro ejemplo de ello. Los medios en general se hicieron eco, además. El ejemplo más reciente es la película "Green Street, stand your ground and fight" (mantén tu posición y pelea en español), una producción independiente del 2005 con Elijah Wood y Charlie Hunnam como protagonistas principales. Allí se desnudan cuestiones muy sensibles que generaron rechazo en gran parte de los "antiguos" violentos porque evidenciaban cuestiones que habían quedado sepultadas en la memoria de la mayoría.

Cuenta la historia de Matt Buckner (Elijah Wood) que es echado de Harvard por haberse encontrado en su habitación sendos gramos de cocaína. Aceptó un soborno de U$D 10.000 dólares para auto-inculparse y reconocer que la droga era suya, pero lo cierto era que pertenecía a su compañero de cuarto, un acaudalado hijo pródigo de una familia prestigiosa, Jeremy Van Holden. Matt, estudiante de periodismo, viaja a Inglaterra para vivir con su hermana y allí conoce al hermano menor del novio de ésta. Lo que él no sabía era que el novio de Shannon (Claire Forlani) era un antiguo miembro de la firma que apoya al West Ham United (la GSE), y quien resultó ser en su época de juventud el "Major" o miembro más importante dentro de la agrupación. El reciente nuevo miembro de la GSE no sabía dónde se metía, y no fue hasta su primer partido oficial que descubrió ese mundo oculto cuando protagonizó una gresca con un equipo contrario y "le divirtió" trompearse y vencer a un muchacho más corpulento que él. La naturaleza periodística de Matt, que entre la GSE se debatía su futuro como profesional de la mano de su padre, lo llevó a seguir un diario personal en su computadora portátil. Los hechos que desencadenaron al descubrimiento por parte de un miembro rencoroso de la cúpula de la GSE, lo llevaron luego a querer demostrar a otros y a sí mismo que su compromiso con la firma (no con el club en cuestión) era "hasta la muerte".

No es más que un crudo retrato de lo que significó para muchas generaciones el fútbol. Ciudadanos que habían perdido el trabajo y su honor decidieron, en compañía de otros, reinvindicarse. Las intenciones iniciales de este grupo de organizados fue la necesidad imperante de destacarse, by any means necessary. Si bien la brillante producción recibió críticas muy buenas, muchos simpatizantes o hinchas reformados criticaron que las imágenes revelan una versión exagerada de la realidad que se vive en los alrededores de los estadios de fútbol. En cualquier caso, sea exagerado o no, es algo que ocurrió y nació, como dije en el Mundial de 1966. Aquí, una breve reseña de lo que fue la escandalosa final entre Inglaterra y la Alemania Federal el 30 de julio en Londres, con un Wembley Arena que acogió a 97.924 almas.

Los primeros 90 minutos decretaron un 2 a 2 y jugada la prórroga, la suerte o la polémica decisión del juez de línea ruso Bakhmarov obligó a Gottfried Dienst (árbitro suizo) a convalidar un gol que no fue. Corría el minuto 11 de la primera etapa de prórroga y minutos más tarde el goleador del partido, Sir Geoff Hurst pondría la cifra definitiva, decretando así el primer y único campeonato mundial del conjunto británico. Es muy curiosa la historia de Hurst, porque como podrán advertir, lleva el título otorgado por la Corona británica, nada menos que una membresía honorífica de la Orden del Imperio Británico.

Si bien entendemos que el inicio del hooliganismo en Inglaterra se dio durante la Copa Mundial, no fue hasta 1985 que se escribiría el primer capítulo de violencia. En próximas entregas, conocerán ustedes de primera mano lo que fue el comienzo de una era de terror, donde los violentos ganaron espacios e invadieron otros, convirtiéndose en aquellas épocas como "modelos a seguir" por miles de jóvenes influenciados por movimientos de la contra-cultura como los skinheads y los punk, entre otros grupos juveniles de la década de los 60.

CRÓNICA FINAL MUNDIAL 1966

http://www.todoslosmundiales.com.ar/mundiales/1966inglaterra/historias/0037masno_robar.htm

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