miércoles, 25 de noviembre de 2009

El Informe Taylor y los 10 puntos clave que dieron origen al Football Spectators Act

Muchas veces en el ámbito de la política, solemos decir que existe un cierto desapego por tratar las cuestiones de fondo. Y el caso de la violencia en el fútbol inglés no fue la excepción. Claro que, como vimos en la nota anterior, han sucedido tragedias monumentales que obligaron a la ya cuestionada gestión de Margaret Thatcher a actuar en concordancia con un pedido unificado por gran parte de la sociedad anglosajona: basta de sangre, basta de hooligans.


Por supuesto que el paso del tiempo hizo madurar a varias generaciones que comenzaron a cuestionar a los hooligans como role models. Jóvenes que no habían sido parte del surgimiento y explosión definitiva de los skinhead o grupos extremistas, no le encontraron verdadero sentido a la existencia del vandalismo como manera de reivindicarse. El hooliganismo llegó, en su etapa más cruenta, a exhibir esvásticas nazi o consignas abiertamente discriminatorias contra otros sectores de su sociedad, con la sola excusa de portar casacas rivales. En última instancia, por una cuestión puramente cromática. Yo soy azul y ellos rojo. El azul es siempre más fuerte que el rojo, y estoy dispuesto a demostrarlo. Las grescas en el ámbito futbolístico fueron moneda corriente durante siglos en una de las principales potencias de Europa. Fíjense sino que fue en 1880 que comenzaron los disturbios y, exceptuando las guerras mundiales, los violentos siguieron ganando espacios en las calles y avenidas del Viejo Continente. Tipos rudos, verdaderamente, dispuestos a todo. No hablamos de barritas inocentes. Creo que ni siquiera el retrato de las notas anteriores pueden graficar nítidamente cuán extremos eran esos niveles de violencia. Desde palos y piedras hasta armas de fuego, hombres pesados de un metro noventa y cientos de kilos entrenados en las artes del combate (muchos de ellos hicieron el servicio militar obligatorio), con incontables horas en gimnasios y cervecerías que ampliaron su poder de fuego y su capacidad de destrucción. Había odio, resentimiento por quien pensara diferente y se atreviera a contrariar las consignas de las firmas.

Todo llegó a su fin abruptamente. Aquí veremos la forma en que políticas públicas deberían ser llevadas a cabo con la firmeza de convicciones ideológicas y la respuesta concreta a los temas que desnudaron las miserias de una población en problemas.

Nace entonces, a pocos meses de la tragedia de Hillsborough el 15 de abril de 1989, el Informe Taylor. Un estudio general que buscó e identificó con éxito los principales puntos flacos que habían dado la venia, sin siquiera saberlo, para que el hooliganismo dijera presente y se mantuviera por más de 30 años. Asimismo, puso especial antención en las tragedias previas, sentando la base para un total de 76 indicaciones básicas "para la regulación de la violencia en los estadios". Entre ellas se pudieron apreciar, por ejemplo, que uno de los problemas era que no se habían establecido capacidades máximas para cada terraza, que las dimensiones entre las cercas de separación entre las terrazas y la cancha no permitieron que la gente escape de la aglomeración, y además, que la ineficiente comunicación entre miembros de la policía y los organizadores retrasaron en casi 30 minutos el reconocimiento de lo que sucedía en el estadio.

Lord Justice Taylor, supervisor de las medidas, dispuso que todas las gradas de concreto en Inglaterra y Escocia fueran retiradas y pusieran asientos en su lugar. Así, decía, se podría contabilizar la cantidad de espectadores y controlar de manera más efectiva al público. Además, hizo sugerencias en torno a la capacitación de la policía en el manejo y auxilio de multitudes y el mejoramiento en la comunicación interna.

El accionar del juez de la Corte de Apelaciones, Sir Clarence Taylor, derivó en lo que se dió a conocer como "los 10 Mandamientos del fútbol inglés" que rápidamente encendió la esperanza en otras realidades deportivas que sufrían el vandalismo de las hinchadas locales. The Football Spectators Act, lanzado en 1990 con el compromiso de la entonces Primera Ministra Margaret Thatcher, contempló lo siguiente:


1) La redacción de un informe completo que identificara las causas de la violencia en el fútbol (Informe Taylor)

2) Se aprobó impedir el ingreso de por vida a quienes violaran las normas establecidas y a los hinchas más violentos. Se prohibió el porte de armas y el consumo de alcohol y drogas.

3) Multas y sanciones no sólo para los violentos sino para todos los estamentos de la sociedad: Por ejemplo, si agarraban un grupo de hooligans en un sitio público, los dueños debían dar aviso a las autoridades. Sino lo hacían, podían sufrir castigos económicos por ello.

4) La creación de cuerpos especiales de la policía para combatir cuerpo a cuerpo con los hooligans. Lograron infiltrar agentes en las firmas para conocer su modo de vida y operación, logrando llevar a la justicia y condenar a un total de 35 personas con prisión perpetua y crear una lista negra con más de 5000 hooligans vetados de asistencia a los estadios de fútbol.

5) Los 92 equipos de la Asociación de Fútbol inglesa formaron grupos de logística para atender las relaciones públicas, logrando disminuir la presencia de uniformados dentro del estadio y que estos se trasladaran a las inmediaciones del estadio para dedicarse a la prevención de grescas entre hinchadas rivales.

6) A través de una serie de convenciones, lograron universalizar los criterios de seguridad en los estadios con planes de emergencia específicos de acuerdo a la estructura del estadio, la ubicación, cantidad y calidad de los accesos.

7) El uso de tecnologías de punta al servicio de los asistentes. Esto es, la instalación de circuitos cerrados de televisión modernos y sistemas de identificación personalizada (huellas digitales, bancos de datos)

8) En 1990, la Asociación de Fútbol inglesa les dio un plazo de 9 años a los 92 equipos para adaptar sus estadios o para que se construyeran otros en su lugar.

9) El Estado se hizo cargo de otorgar créditos para que los clubes pudieran cumplir con los plazos establecidos y así llevar adelante las medidas de la forma más eficaz.

10) La implementación de carnets exclusivos e intransferibles para conocer los antecedentes judiciales de los hinchas. Muchos hooligans debieron asistir obligatoriamente a comisarías designadas por las autoridades en cada fecha deportiva que tuviera como protagonista a sus equipos.

Hay varias cosas que me gustaría aclarar. En principio, que el fenómeno hooligan es mucho más grande que lo imitado en nuestro país. Al punto tal, que hay que aclarar los hooligans no necesitaron nunca del apoyo de dirigentes del fútbol ni de la política. Eran verdaderos parias, engendrados en el bajomundo. Lo que hoy se ve en la Argentina es una infantil imitación de algo que alguna vez tuvo un propósito ideológico. El caos era un estilo de vida para los hooligans. Con el paso de los años, como dije anteriormente, las generaciones que crecieron venerando a los exponentes más notorios del hooliganismo se dieron cuenta de que ese camino sólo conducía a la muerte y no había quién festejara sus hazañas pasadas puesto que sólo se dedicaban a sobrevivir. No había lugar para la leyenda. Y quizá sea por esa razón que hoy en Inglaterra y gran parte de Europa, donde había hooligans, hoy hay personas normales que se reformaron con el castigo y un Estado presente en todos los aspectos relacionados a la violencia de estos vándalos.

La otra cosa que me gustaría aclarar, es que muchas veces creemos que se puede solucionar de fondo la violencia en el fútbol argentino y mundial con sólo imitar a rajatabla el ejemplo inglés, cuando no es así. No hay discusión en esto. Lo que sí valoro y por eso lo comparto, es que existen alternativas para mirar al futuro con esperanzas. Sólo hace falta dar el primer paso. La responsabilidad es ahora mía y de ustedes. Demos un mensaje de paz y de alivio para aquellos que literalmente mueren por disfrutar de una de las pasiones más lindas que es el fútbol. No a la violencia. Dedicado a la memoria de Marcelo Cejas, un hincha de Tigre cuyas últimas palabras fueron "me alegro de haber llegado a ver a Tigre en Primera". Un abrazo a su familia y para todos ustedes.

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